Por Rodolfo Bella / Escenario
La literatura y el cine argentinos, y también internacional, vienen desarrollando en los últimos años una relación productiva. Allí están "Las viudas de los jueves" y "Betibú", de Claudia Piñeiro ; "Crímenes imperceptibles", de Guillermo Martínez, llevado al cine por Alex de la Iglesia, con algunos de los actores del panteón inglés como John Hurt y Jim Carter (Carson, en "Downton Abbey"), y "La pregunta de sus ojos", de Eduardo Sacheri -Oscar a mejor película extranjera en 2009 con el nombre de "El secreto de sus ojos" y una remake en marcha protagonizada por Julia Roberts y Nicole Kidman- o la entrañable "Papeles en el viento". Otra novela de Piñeiro, también colaboradora de "Resistiré", fue la base de "Tuya", el policial protagonizado por Jorge Marrale, Andrea Pietra y Juana Viale que se estrena hoy en Rosario. Sobre cómo se complementa esa relación entre la narrativa nacional, y específicamente el policial, y el cine -que según la autora es notable y creciente- dialogó con Escenario. También contó cuál fue el origen de su novela que mezcla "humor negro", una historia de "cuernos", un crimen accidental y la culpa.
¿Cómo definirías la historia?
—Creo que es una novela de humor negro. Una cosa que se repite en todas mis novelas es hasta donde está dispuesto alguien a llegar. Muchas veces pongo los personajes ante un abismo y tienen que tomar una decisión y ahí conocer quiénes son. Son situaciones límites. Esta mujer tiene que decidir si después de que ve que el marido empuja a la secretaria y la secretaria muere, si se queda con este secreto y sigue adelante con su vida y su matrimonio como si nada hubiera pasado o hace algo. A partir de ahí toda la novela es toda su cabeza pensando qué hace con esto. Y el personaje no es que tenía una vida bárbara, ella sabe que el marido le metía los cuernos de toda la vida, solo que lo tomó como algo natural y en esta oportunidad es demasiada la insistencia de la amante.
La literatura argentina tiene un buen desempeño en el cine como lo demuestra tu trabajo, el de Guillermo Martínez con "Crímenes imperceptibles" ("Los crímenes de Oxford"), Guillermo Sacheri ("Papeles en el viento", "La pregunta de sus ojos")...
—La ventaja de la novela para llevar al cine es que tenés personajes trabajados con una espesura diferente a cuando armás un guión de la nada. En el guión, aunque hay excepciones, trabajás escenas desde lo que está pasando. En la novela hay un montón de cosas que no van a ir a la película pero que te van a servir para armar el personaje. Casi todos los actores con los que hablé leen la novela porque les sirve para llenar algunos vacíos que en el guión no están puestos porque no hacen falta para el guión, pero sí para componer el personaje. Lo que decís de Guillermo Martínez, o de Sacheri o mío, me parece que tiene que ver con el policial también. Me parece que somos autores que trabajamos con tramas y muchos otros autores no trabajan con tramas. Incluso en la Argentina hay autores a los que les parece mal trabajar la literatura con tramas. Y generalmente para hacer una película necesitas algún tipo de soporte en una estructura que tenga una trama. También por eso dicen que el policial es el último reducto literario de la trama porque un policial sin trama no podés escribir.
¿Hay una tendencia de la novela argentina como inspiración para el cine?
—En los últimos dos meses me escribieron cuatro personas diferentes, dos muy conocidas y dos no tan conocidas, de gente a la que le han ofrecido comprarles su novela. Eso no quiere decir que se concrete porque en el cine está eso de que te hacen una opción, estudian el proyecto, tratan de juntar la plata y a veces el proyecto se hace y otras no, pero la realidad es que me llama la atención que algunos de los que digo son novelas conocidas y otras no tan conocidas, y sin embargo hay gente buscando novelas.
¿Por qué elegís el policial?
—El policial, la verdad, es que nunca lo elegí, excepto en "Betibú". Yo empecé a escribir historias, y en "Tuya" no lo pensé como un policial, para mi era una historia familiar de relaciones, de personajes, etcétera. Pero había una muerte, un enigma y una búsqueda de la verdad, y eso hace que otros deciden que esto es un policial. Puede ser la crítica, el editor, el librero que tiene que decidir en qué estante de la biblioteca lo pone. En el caso de "Betibú" dije la voy a escribir sentada en el género policial sin perderme las otras cosas, como contar subtramas que no tienen que ver con el policial.
Es tu tercera novela que llega al cine...
—Tengo que reflexionar qué es lo que pasa con esto porque no es que tengo veinte novelas, tengo siete. En la literatura tenés permiso para decir cosas que no necesariamente se trasladan a lo visual pero de alguna manera o por características propias yo escribo bastante visualmente, pero no por la voluntad que eso sea una película sino porque me sale así. De todos modos a veces me causa gracia. Por ejemplo con "Tuya" mucha gente me decía "esto es una película".
Como en "Betibú" o "Las viudas de los jueves" la historia se desarrollan en ambientes cerrados. ¿Qué atractivo tiene ese contexto?
—Me interesa el mundo cerrado porque también es el mundo de las apariencias. Vos hacia adentro tenés una vida y hacia afuera mostrás otra cosa si querés. Me interesa mucho ese trabajo de la hipocresía, la apariencia de cierto tipo de familias y formas de vida que hace que mostremos una felicidad, entre comillas, hacia el exterior y puertas adentro tenemos otra historia.