El cantinero incontinente

La crisis de la Fragata Libertad terminó con un recibimiento con banda, fuegos artificiales y cotillón, pero también con las cabezas de quienes habrían tenido severos grados de responsabilidad de que fuera retenida en Ghana, por pedido de los fondos buitre rodando por los muelles de la patria.

Concretamente, fueron despedidos el jefe de la Armada, almirante Carlos Alberto Paz, otro almirante más, un comodoro y el cantinero de la Fragata, Luis Suárez.

Hasta el momento, el único que aún no ha sido reemplazado es el cantinero Suárez, y algunos rumores indican que se habría tentado para cubrir el puesto vacante a Moe Szyslak, que desde hace años regentea la Taberna de Moe en la serie Los Simpson . “La idea de contratarlo obedece a la intención de la Armada de contrarrestar la ola de simpatía generada en torno al locuaz Suárez, trayendo a un tabernero carismático y querido por la opinión pública como Moe, que además es un dibujo animado”, aseguraron los responsables de mejorar la imagen de la fuerza después de que el cantinero cayera en la “limpieza de cubierta”.

Los roles de los sancionados estaban claros antes y durante la travesía: los altos oficiales, en conjunto con funcionarios del Gobierno, tenían como responsabilidad determinar los puertos que debía tocar el barco; el cantinero Suárez, por su parte, era el responsable de garantizar los sándwiches para la tripulación. Si unos y otros cumplían eficientemente con sus respectivas tareas, el éxito de la travesía estaba asegurado.

Pero una vez desatada la crisis, la armonía se desintegró y el Gobierno se lanzó a la búsqueda de culpables lo más lejos posible del gabinete, tarea que concluyó cuando se determinó que Suárez era el verdadero responsable de la retención de la fragata y de que casi no regresara a la Argentina.

“Es como ocurre en las novelas de crimen y misterio en las que el culpable es el mayordomo. En este caso fue el cantinero”, aseguró con satisfacción una fuente del Ministerio de Defensa.

La pista la habría dado el propio cantinero cuando decidió romper el silencio en una entrevista televisiva en la que habló hasta por los codos y atribuyó a Cancillería, Defensa y hasta a la propia Presidenta saber que Ghana era un lugar poco recomendable para atracar.

Poco después de salir al aire, las apuestas electrónicas sobre la continuidad laboral del cantinero en la fragata se dispararon y en cuestión de minutos pagaban 25 mil a uno en contra. “Yo aposté por el cantinero. Si llegaba a quedar, me hacía de una pequeña fortuna”, afirmó un ludópata que le puso algunos pesos a Suárez.

En la Casa Rosada, el convencimiento es absoluto: “El cantinero Suárez sabe más de lo que dice y disponía de información sensible que ni Cancillería, ni el Ministerio de Defensa, ni la Presidencia, ni la Armada, ni el Pentágono manejaban en torno a Ghana”, aseguró un funcionario.

“Si hubiera advertido a tiempo a la jefatura de la Armada, a Defensa, a Cancillería, o al concesionario de la cantina, hubiésemos ordenado una maniobra evasiva consistente en poner el guiño y girar a toda máquina para el medio del océano, en lugar de atracar en Tema”, agregó la fuente.

Hoy, el excantinero de la fragata está sin trabajo, pero algunos imaginan una salida laboral: la de cantinero del tren que une Constitución con Mar del Plata, que suele tardar semanas en llegar a destino.

“Para este puesto se necesita a tipos como él, curtidos en las interminables travesías en alta mar. Sólo personas como Suárez están calificadas para iniciar un viaje en un tren cargado de turistas en verano y llegar en otoño cuando ya pasó la temporada”, aseguró un especialista en inserción laboral, José D’Overol. El experto tampoco olvida que podría servir en el comedor del parsimonioso Gran Capitán, formación que suele unir Buenos Aires con Posadas en viajes semestrales (porque duran seis meses).

Aun en sus serias deficiencias Argentina sigue ofreciendo posibilidades al que quiere trabajar.

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