¿Dónde quedaron los valores del fútbol argentino?

Jugadores de Estudiantes y Gimnasia de La Plata llegaron a las manos y dieron una penosa imagen en un partido amistoso el pasado 31 de enero en Mar del Plata. Getty
Jugadores de Estudiantes y Gimnasia de La Plata llegaron a las manos y dieron una penosa imagen en un partido amistoso el pasado 31 de enero en Mar del Plata. Getty

ARGENTINA – El último día del mes de enero trajo un nuevo capítulo en la historia violenta del fútbol argentino.

Parece mentira, pero uno ya se está acostumbrando a escribir no de hazañas y logros, sino de incidentes dentro y fuera de las canchas. Una vez son los simpatizantes, otra los dirigentes y una corrupción a gran escala en el país, y por otro lado, y sin restarle importancia, los jugadores.

¿Qué es enero en Argentina? El mes más caliente del año, playa y vacaciones para aquellos que pueden irse a la Costa Atlántica. En el fútbol, comienzan las pretemporadas para el inicio del torneo y la Copa Libertadores.

Desde 1968, se desarrollan los ‘Torneos de Verano’ entre los principales equipos del país en la ciudad balnearia de Mar del Plata. Una forma de ir a la cancha de forma ‘relax’, con la intención para aquellos menos afortunados del interior, de presenciar un partido bajo un clima distendido, apasionante y sobre todo con mucho color en las gradas.

Se implementó este 2016 la idea de sumar dos árbitros adicionales en la línea correlativa al poste del arquero. Seis personas intentando ordenar un partido. ¿Por qué intentando? Porque no se trata de cuántas autoridades tenga un match, sino de la calidad de éstos.

Primero, violencia en el Boca-River con cuatro expulsiones. Y segundo, lo más grave y con repercusión internacional, la batalla campal en el Gimnasia-Estudiantes que provocó una lluvia de golpes y patadas que pusieron en ridículo a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Imágenes provocativas en un simple partido amistoso que no tenía validez de ningún tipo.

Se habla en los pasillos de los estadios que estos torneos de verano, con 48 años de historia, podrían ser los últimos. River y Boca tienen ofertas millonarias para jugar en el extranjero, principalmente en México y Estados Unidos. Al hincha/socio no le agrada, pero los dirigentes saldrían del expuesto a las lesiones y a los bajos sueldos que brindan estos espectáculos en tierras argentas.

Para hablar de la psicología de estos hechos lamentables consultamos a Germán Diorio, psicólogo recibido de la Universidad del Salvador, quien trabaja con el plantel profesional de fútbol de Vélez Sarsfield y en basquet con el club Obras Sanitarias, ambos de Argentina.

¿Qué fundamentos psicológicos pueden valorar la violencia en el fútbol?

“No se debe hablar de fundamentos, sino de competitividad extrema y algunas cosas que vienen de la mano de las presiones. Es una cuestión de valores y educación obviamente alteradas en la sociedad de estos tiempos. Esto hace que algunos futbolistas crean que en cualquier situación, incluso partidos amistosos o de verano, se estén jugando la vida por el simple hecho de ganar un resultado, un premio o responder alguna expectativa periodística del entorno que hacen perder ese eje personal y confundir situaciones. Al punto de hacer papelones que se ven reflejados en las canchas de fútbol cuando jugadores se agreden a mansalva sin darse cuenta. En el fondo, dejan de ser colegas. Lo que uno interpreta al otro en algún momento puede venir de vuelta y lo que hace eso es poner en riesgo la propia continuidad o carrera del deportista”.

¿La violencia en el fútbol es un problema argentino o global?

“La violencia en el fútbol no creo que sea un problema argentino, pero sí que en nuestro país se ha intensificado y potenciado mucho en los últimos tiempos. En realidad, lo que hay es violencia social. Un clima exasperado desde hace algunos años y que involucra al fútbol por el incremento de situaciones de presiones y que todo el mundo intenta salvarse la vida en un campo de soccer, económica y profesionalmente. Es un problema global llevado a las canchas por toda esta presión mediática que choca con esta carencia y ausencia de valores en un marco social y deportivo”.

¿Es un problema social alejado de las situaciones de los futbolistas?

“Por supuesto se magnifica en el deporte profesional en una sociedad como la nuestra que va perdiendo algunos valores esenciales como la competitividad, la solidaridad y un montón de cosas más. Yo creo, y como todos, que esto se soluciona con educación. El deportista de alto rendimiento en la Argentina está sufriendo situaciones que tienen que ver con la aceleración de algunos procesos. Hoy hay chicos de 13 o 14 años que ya tienen representante y están buscando rápidamente dejar los libros o algunos valores para tratar de dedicarse a un deporte profesional. Tal vez se dediquen a ser semiprofesionales durante las inferiores sin darse cuenta de que el ‘embudo’ para ser profesional de alta competencia es muy grande y allí se puede perder o no van a poder cumplir ese sueño. Al no estar preparado para esa situación y no tener un ‘Plan B’, que puede ser una carrera universitaria o un crecimiento personal, llegan al ‘embudo’ del salto superior y este no se logra, lo primero que aparece es la frustración. Esto lleva muchas veces a exceso de presión que terminan en situaciones violentas. Incluso con deportistas profesionales”.

 

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