El doctor en Economía, Sebastián Auguste, sostuvo al diario El País de Montevideo que hay un convencimiento en el empresariado argentino de que gane quien gane en las elecciones del próximo domingo, tendrá una política más amigable para con el sector privado que la llevada adelante por la actual administración.
El también docente de la Universidad Torcuato Di Tella sostiene que todos los candidatos a Presidente y sus equipos económicos coinciden en el diagnóstico de lo que se debe hacer para sacar el país a flote, pero se diferencian fundamentalmente en los tiempos. Mientras el candidato del PRO y jefe de gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri apuesta a una política de shock, el oficialista del Frente para la Victoria, Daniel Scioli y su equipo hablan de "gradualismo".
Sus principales conceptos volcados en El País fueron:
- Creo que los equipos tienen alguna diferencia en capacidad. Veo mejor el equipo de Mauricio Macri, con gente bien formada, pero Daniel Scioli podría tener el poder político de un congreso a favor para empujar las medidas. Carlos Melconian, Alfonso Prat Gay, Rogelio Frigerio Federico Sturzenegger, integran un equipo técnico muy sólido, respetable, donde creo que hace diferencia el macrismo. Por otro lado, hay un equipo encabezado por Miguel Bein, el asesor más escuchado por Scioli, fue funcionario durante el gobierno de De la Rúa y también podríamos nombrar a Mario Blejer, que estuvo igualmente en el gobierno de De la Rúa y luego fue nombrado presidente del Banco Central por Duhalde. Insisto que me genera mayor confianza el equipo de Macri.
- Hay una gran incertidumbre entre el empresariado en Argentina, cuesta creer en la clase política. Porque si bien está claro que el próximo gobierno cualquiera que sea va a impulsar políticas diferentes al actual y que en cualquiera de los casos las medidas que se lleven adelante serán más propicias para el sector privado, hay mucha inquietud, fundamentalmente por lo manejable que pueda ser la situación.
- Los candidatos tienen todos un diagnóstico correcto y coincidente en lo económico, las medidas que mencionan están medianamente alineadas, no hay diferencias de fondo. Los matices están en cómo se implementan esas medidas y si serán suficientes.
- Pensemos que Brasil, que hizo los deberes mejor que Argentina está en una situación muy compleja, y que el resto de América Latina está sufriendo las consecuencias que emergen del contexto global, aun los más prolijos; imaginen cuál es el panorama en una Argentina tremendamente vulnerable.
- Todos saben que la inflación es un gran problema que genera un déficit fiscal y la amortización de ese déficit. Que hay que reducir lo que gasta el gobierno en subsidios, por ejemplo en el sector energético, que algo hay que hacer con la competitividad del sector agropecuario, todos coinciden en que Argentina está atrasada en el tipo de cambio. Los disensos pueden estar en la velocidad con que hay que dar respuestas. Desde filas de Macri se remarca que se pueden tomar medidas rápidamente, con un concepto de shock, mientras Scioli plantea cierto gradualismo, en el entendido que se deben ir tomando las medidas de a poco.
- Las condiciones de la economía del país resultan más apremiantes de lo que la gente cree, y el mercado se ha dado cuenta de eso. El mercado accionario, que refleja el sentir del sector empresario, está bastante convulsionado, no ha estado creciendo y refleja mucha preocupación. Es un buen termómetro de la situación.
- Cuatro o cinco años sin crecimiento, con pérdidas de empleo en el sector privado, son cuestiones preocupantes. Pero hay condiciones que pueden jugar a favor de quien venga al gobierno y me hacen pensar que no hay tal "bomba". El contexto externo no es tan malo como podía esperarse, la soja no vale 100 dólares, tampoco 600, pero si 300 dólares; Argentina no tuvo acceso al financiamiento pero no está endeudada, puede tener impulso de financiamiento si puede acceder; tiene años sin invertir por lo tanto hay una gran cartera de proyectos que pueden ser muy interesantes para el inversor privado, entonces en cierta forma creo que hay que ser moderado con el pesimismo.
- Argentina tuvo un ahorro con la importación de petróleo debido a los bajos precios internacionales y ese dinero, que podía haberse destinado a achicar el déficit fiscal pensando en la próxima administración, no se usó para eso, directamente se gastó. Entonces, esa no es una medida muy amistosa para quien viene después. Lo mismo con las reservas, que se están gastando minuto a minuto con una política de devaluación de tipo de cambio muy laxa comparada con los países de la región.
- Argentina ya está devaluando, el tema es hasta dónde, cual es el punto de equilibrio. Hacer una devaluación pero por otro lado mantener un déficit fiscal galopante financiado con emisión monetaria, es una devaluación que resulta integrada rápidamente a precios y no es una devaluación real. Tuvimos un experimento cuando Juan Carlos Fábrega, el anterior presidente del Banco Central devaluó fuerte en enero, y esa devaluación duró seis meses, después se la licuó la inflación. La devaluación tiene sentido si hay un plan macroeconómico que permita que esa devaluación sea real y no se traslade directamente a precios. Son un menú de medidas, no una sola. Creo que la gente descuenta que esto va a pasar de cualquier forma; el tema es que se haga bien, puede ser un dólar a doce pesos que la economía pueda mantener y si se hace mal, se puede ir mucho más arriba.