Deloitte afirma que aceleración del crecimiento se dará recién en …

Mejorar el motor exportador haciéndose más competitivo, desindexar los salarios y reducir el déficit fiscal son algunas de las medidas que Uruguay debe tomar para enfrentar las condiciones cada vez más adversas que enfrenta, de acuerdo a la consultora Deloitte.

La recesión en Brasil y en Argentina, sumado a un déficit fiscal y a una inflación pujante en conjunto con un tipo de cambio real alto y una economía estadounidense que tímidamente se fortalece y alienta a los capitales a moverse hacia el norte, causan al gobierno un escenario que le significa enfrentar cada vez más restricciones que oportunidades.

Este fue el mensaje que los economistas de la consultora Tamara Schandy, Florencia Carriquiry y Pablo Rosselli dieron en su presentación “De la gestión de oportunidades al manejo de las restricciones. Perspectivas económicas”, que tuvo lugar en la mañana de ayer.
El socio encargado del área de Asesoramiento Financiero, Rosselli, subrayó que el tiempo para enfrentar estos desequilibrios “riesgosos” es cada vez menor. “Nuestro país cuenta con varias fortalezas, pero los tiempos para corregir los desequilibrios macroeconómicos se acortan”, dijo. Por esto, deben enfrentarse las “restricciones políticas” que ocasiona moderar el Presupuesto y ser austero en las negociaciones salariales. De todos modos, señaló que los costos de realizar el ajuste que él considera necesario son moderados y consisten en recomponer los desequilibrios macroeconómicos con el objetivo de sentar bases para un crecimiento sostenido.

Consecuentemente, Deloitte adelanta que en 2015 el crecimiento del país será de 2,5% (un punto por debajo del año pasado), en 2016 y 2017 de 1,5% –producto de una retracción en el gasto– y recién se comenzará a acelerar a partir de 2018 para volver en 2019 a niveles más dinámicos (3,5%). El economista detalló que en 2014 la desaceleración no fue mayor porque la demanda pública se mantuvo expansiva.

“El país necesita exportar” dijo Rosselli al referirse a la que debería ser la principal preocupación para el gobierno, y esto no será posible si no se corrigen los precios relativos, es decir, que el país se abaratarse en dólares. Explicó que se está dando una “intensificación” de los dilemas de la política económica, en el sentido en que, por ejemplo, el aumento del déficit fiscal impacta en la inflación, y por eso recomienda una política fiscal moderada para recomponer el resto de las variables. Otra tensión que mencionó que se intensifica es la que se da entre la inflación, competitividad de los precios y el aumento del salario real; y finalmente, el gasto público enfrentado al balance fiscal.  

Ante esos desafíos, Rosselli dijo que el gobierno está dando señales positivas para resolver esos dilemas: la ratificación del rango objetivo de inflación, la moderación de la inversión en las empresas públicas, el cuidado del gasto público, la reducción del déficit fiscal por medio de los precios de combustibles y energía, la moderación del crecimiento del salario real, la demostrada preocupación por el aumento del salario nominal en la inflación y el énfasis en preservar el empleo.

Inversión y empleo
De acuerdo a la encuesta que realiza Deloitte, el 55% de las empresas consultadas considera que el clima de inversión en Uruguay es bueno. Hace seis años ese guarismo era 90%.
Rosselli señaló que resulta fundamental apuntar a una mejora en el clima de inversión, especialmente porque la economía se encuentra en una situación de pleno empleo y por ende, crear empleos no empujará la economía. “El crecimiento de los próximos años va a depender esencialmente de la inversión privada, pública y de la productividad”, señaló el economista.

Agregó que será necesario también un nuevo empuje de reformas. “Tenemos que generar impulsos domésticos que no vengan de la política macroeconómica porque la política fiscal ya fue suficientemente expansiva. Los impulsos deben venir del lado de las reformas. Hay muchas cosas para hacer, pero la educación, infraestructura, economía más abierta al mundo, e innovación” son las más importantes.

Rosselli dijo que asume que el gobierno va a procurar una corrección gradual de los desequilibrios macroeconómicos y que si las cosas terminan ocurriendo de otro modo, a la larga, los ajustes que no haga la política económica los hace el mercado. “Sabemos que cuando eso pasa los ajustes son más severos y el gobierno se pierde la oportunidad de gestionar los costos de ese ajuste”, concluyó.

Ministerio de Trabajo debe ser equidistante

En su disertación, el economista Pablo Rosselli señaló que entiende que hay preocupación entre las empresas en temas de relaciones laborales y en la posición que adopta el gobierno. “Necesitamos un Ministerio de Trabajo que sea más un árbitro equidistante entre las partes, más que un Ministerio de Trabajo volcado por defecto hacia una de las partes”, dijo Rosselli, y agregó: “Conflictos va a haber siempre, lo que es importante para que los conflictos sean racionales y no excesivamente frecuentes es que, por lo menos, quien va a un conflicto, anticipe que el gobierno va a ser equidistante en la mediación”.  Para el economista, definitivamente este tipo de conflictos reiterados tiene un costo para la actividad económica. Durante el gobierno de Mujica hubo en total 14 paros generales; bajo número de ocupaciones y el sector con mayor conflictividad fue el privado. Las causas de los conflictos fueron, en su mayoría, por los salarios en el sector privado y por la Rendición de Cuentas en el ámbito público. Se continuó promoviendo la negociación colectiva y el dictado de normas protectoras del trabajo individual. Fue mayor la el nivel de conflictividad en ese periodo que en el anterior de Tabaré Vázquez. En ambos, la conflictividad laboral fue menor que desde 1990 hasta 1999.

 

No se logrará objetivo de inflación

El economista Pablo Rosselli, en respuesta a una pregunta de la audiencia en el evento, señaló que no cree que la inflación entre en el rango meta, de 3% a 7%, este año, salvo que se apele al uso de las tarifas para lograrlo. El experto considera que esa sería una mala política porque afectaría al déficit fiscal. Enfatizó que la credibilidad de los mensajes de política económica deben reforzarse, deben ser “creíbles”, dijo.

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