Del terruño al país

Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com

Hace un par de semanas ganó la calle (y las bateas de su disquería amiga, estimado lector) “Simplemente... Los Palmeras”, el 44º disco de Los Palmeras. El título parece decirlo todo: a los 42 años, la agrupación santafesina es un producto reconocido y disfrutado en todo el país. Pero esto no podría funcionar sin una maquinaria aceitada en lo profesional y a la vez sin una retroalimentación pasional con el público que lo estimula a seguir adelante.

De estas cosas y más conversó Rubén Héctor Deicas, “Cacho” para el mundo, vocalista y la mitad de la conducción del grupo (junto al acordeonista Marcos Máximo Camino).

Clásicos y activos

—“Simplemente... Los Palmeras” es como decir “esto es lo que hay”.

—(Risas). Este material salió hace poquito a la venta, con una expectativa muy linda, porque de arranque ha tenido buena repercusión de los disqueros que se han interesado mucho. Ha recorrido distintas provincias a las cuales hemos seguido visitando: porque ya dejó de ser un producto regional Los Palmeras (Santa Fe, Entre Ríos); estamos trabajando en Ushuaia, Río Grande, Río Gallegos, El Calafate, Trelew, Rawson... De ahí a San Luis, Mendoza, Córdoba, La Pampa, Misiones, Formosa. Se ha hecho un movimiento nacional del cual estamos muy agradecidos, de no haber equivocado el camino.

—El otro día pasaron el “Bombón asesino” en la Plaza de la Democracia en Casa Rosada...

—La verdad es que pensábamos que era un éxito, y fue un exitazo. Nos sobrepasó, tomó un vuelo terrible: se grabó en México, Colombia y Venezuela. Felicitaciones también para el autor (Juan Baena) que ha tenido la mente amplia para hacer este tema.

—No a cualquiera se le ocurre un éxito...

—No, no es fácil. Los éxitos aparecen cada ocho, 10, 12 años. Después de “¿Qué tendrá el petiso?” y “La ventanita” apareció el “Bombón”.

Del repertorio al hit

—En todos los discos uno le pone fichas a algún tema. ¿En este a cuál?

—Estamos viendo que la gente se apropió de los temas: “Oye mi amor”, “Te robé un beso”... No hay un solo tema, es abarcativo para todos los gustos. Nos llama poderosamente la atención, han entrado al mercado entre siete y ocho, no uno solo.

—¿Cómo se elige el repertorio para entrar a grabar?

—Ese es el momento que no se ve, el más difícil. Nos abocamos a la tarea dos o tres meses de buscar los temas, convocar autores, sacar temas que nos hacen llegar de distintos lugares. Y probarlos: orquestarlos, darle música, melodía; arreglarle los coros. Vamos viendo cuáles son los que se adaptan al grupo...

—Algunos no funcionan, aunque estén buenos...

—Algunos directamente no, pero no se sacan solamente los 12 que van al disco, sino alrededor de 30, 40 temas. Ahí se va puliendo, los vamos tocando, vamos pidiendo la opinión del público, que es muy importante.

—Ustedes son de meterlos en el show y ver si la gente...

—(Risas) Te imaginás que con los años que tenemos si no conocemos el mercado... Pero es el público el que te baja el pulgar o te lo sube.

—Se miran con Marcos y dicen “este no va”.

—Ha pasado. Más que nada los medios tienen el olfato para buscar el tema. Los DJ, los tipos de las disquerías, los periodistas, te dicen “ése es el tema”. No sé, tienen algo. Mirá que hace años que andamos en esto y todavía no sabemos cuál es el éxito hasta que no está en la calle el disco.

—A veces cuando uno hizo todo el disco y bajó de 30 a 12 le gustan todos. Y viene uno de afuera y dice “es éste”.

—Aparte dejaste temas afuera que decís “cómo no puse éste o aquél”. Siempre tenemos la suerte de encontrar un tema que sea el que arme el disco y ahí la gente selecciona.

Autogestión local

—El disco salió por Santa Fe Recording.

—Es una producción netamente local: la sala de grabación es en SFR, la producción, el arte. De Santa Fe sale todo esto que no se sabe adónde va a llegar.

—¿Cómo es trabajar con gente que uno conoce? Ustedes pasaron por sellos internacionales, especializados en el género; ahora moverse por cuenta propia debe estar buenísimo.

—Claro. Como decía, si no aprendimos es porque estuvimos paveando mucho tiempo (risas). Hemos estado en Sony, BMG, Leader Music, MyM. Contratos de tres o cuatro años. Nos dio la experiencia de que nosotros también somos capaces de hacer esto. Estábamos dándole un trabajo a las compañías, ahora se hace acá, a gusto nuestro, y estamos acá: es lo más lindo que puede pasar.

—Uno va al estudio cuando tiene tiempo...

—Antes íbamos a Buenos Aires una semana, tenía que estar el disco en una semana, o en cinco días, o en tres. Y si no, volver la otra. Siempre fue un acarreo de problemas, que la garganta esté bien, el ánimo de los muchachos. Acá estamos bien porque nos caemos de la cama y estamos en la grabadora (risas).

—Con las giras y todo, saben que a veces uno no está óptimo pero se sale igual. ¿Cómo se logra ese profesionalismo?

—Con el tiempo y la organización. “La organización vence al tiempo”, es una palabra muy conocida, del General (risas). Hemos hecho carne la organización, porque nos dimos cuenta de que estando organizados te podés manejar mejor en todo sentido: tener buen sonido, movilidad, presencia (vestimenta). Muchas cosas que hacen a la gran cosa. Buena oficina, buena representación en Santa Fe, que desde acá sale todo para el país.

—No hace falta estar en Buenos Aires...

—Hoy por hoy no hace falta, con los medios que tenemos de comunicación. Tuvimos propuestas de radicarnos en Buenos Aires, en Rosario, pero tenemos nuestras familias, nuestros amigos, todo acá: no hay nada más lindo que el terruño.

Vigencia

—Ahora en el verano van a venir fiestas, el Chorizo Colorado...

—Sí, casi todas las fiestas patronales seguro: la Fiesta de la Empanada, la del Chorizo, la Fiesta del Sol en Romang; las Fiestas de la Cerveza en diferentes lugares. El verano siempre fue una estación amplia para trabajar, porque se abren lugares al aire libre y no es tanto como en invierno, que se trabaja en lugares cerrados.

—¿Y cuándo paran?

—Tratamos de parar, porque tampoco ya no somos ningunas criaturas, tenemos nuestros años encima; y dedicarnos a nosotros y nuestras familias. Trabajamos todo el año, buscamos siempre un lugarcito de tomarnos unas vacaciones.

—¿Cómo se disfruta de todo esto, con tanta experiencia en el lomo?

—Es una linda pregunta. Siempre hay que tener ganas y voluntad. Alguno dice “hasta acá llegué, ya estoy”. Es el mismo público el que te alienta a seguir, en cada presentación. El grupo sigue vigente en la gente, y eso es lo que te mantiene vivo.

“Suavecita” y eterna

—Alguna vez hablamos de eso, pero ¿cuál fue el lugar o la anécdota más rara en cuanto a show?

—Por ahí se dice que la cumbia es para un sector, hoy se ha popularizado terriblemente, está en todas las capas sociales. Hemos llegados a lugares de empresarios, de firmas importantes que hacen despedidas de año, siempre nos han convocado. Esto se ha ramificado tanto que es sorprendente. Insólito fue cuando fuimos a tocar a Sauce, Corrientes, a tocar un tema toda la noche.

—La sabía: una hora y media, por lo menos...

—Sí; “Acá gusta ‘La suavecita’; ya sé que tienen 30 discos, pero acá...”.

—¿Y cómo fue?

—Sentado, parado, cualquier cosa (risas). Era el hartazgo, pero la gente estaba enganchada de esa manera.

Acompañados

—Si la familia no acompaña, no se puede.

—Agradecer a nuestras familias que nos han aguantado, porque no es fácil alejarse. Para nosotros la familia es un soporte fundamental. Tengo cinco hijos, seis nietos...

—Y una esposa comprensiva...

—Sí, y que me soporta, me aguanta y entiende que esto es un trabajo: de otra manera no podría ser. Lo mismo para todo el grupo: esto es un trabajo, y hay que salir.

—Ahora es fácil decir “Toco en Los Palmeras”, pero hubo épocas en que había que tener fe en el proyecto.

—Tener fe y cara dura (risas). Los comienzos fueron durísimos: recorrer lugares para salir de Santa Fe. Estás afuera, llueve y tenés que volverte, o se rompe el transporte. Creímos en lo que estábamos haciendo, que no estábamos en el camino equivocado.

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