En tiempos inflacionarios en los que urge recortar gastos, tendencias más gasoleras comienzan a tomar fuerza. En este sentido, compartir el auto (“carpooling”, más sofisticado) se convierte en una de las alternativas más elegidas.
El sistema de autos compartidos comenzó a implementarse en Argentina desde hace unos cinco años, y en internet ya se encuentran casi una decena de sitios o grupos de Facebook que buscan promover la práctica.
La idea plantea compartir el auto con desconocidos. Puede ser para viajes de corta, mediana o larga distancia. Algunos lo eligen para ir a trabajar a Capital, otros para escapadas de fin de semana a la Costa o a lugares cercanos; y están los que se animan a lanzarse con desconocidos hacía destinos alejados.
De acuerdo con la propuesta original -importada de Europa- la implementación de este sistema persigue varios fines: conocer personas, entregarse a la aventura de compartir momentos con desconocidos, promover un uso consciente de la tecnología (si en un auto entran todos para qué usar dos, y dañar al planeta y complicar el tránsito) y ahorrar a partir de la división de gastos.
En Argentina, la parte económica es la que más empuja. “La mayoría de la gente comparte el auto para recortar gastos. Aunque en menor cantidad, también están los que quieren conocer gente, o los mochileros que suelen buscar un acompañante para el viaje”, cuenta Manuel Van Morlegan, uno de los creadores de “Vayamos juntos”, un sitio argentino de carpooling que cuenta con 62.152 usuarios registrados.
Otras plataformas que se ofrecen de nexo para los interesados en compartir auto son: Carpoolear, Coviajero, Hagamos Pool, Ruta compartida, Sincropool, Vayamos a la cancha, Encamello y Compartocoche. También se arman grupos de Facebook con el mismo fin.
cómo funciona
En el caso de los sitios, la propuesta es sencilla: una vez registrados en la página, los usuarios deben postularse como conductores (con vehículo) o como acompañantes. También pueden optar por ir alternando el rol. El paso siguiente consiste en publicar el recorrido a realizar, con días y horarios. El sistema les indicará si encuentra alguna coincidencia con algún otro usuario.
Las plataformas ofrecen un sistema de correo interno para los primeros chats, antes de pasarse datos más personales. El acuerdo sobre cómo dividir los gastos depende de las preferencias de los implicados en cada caso. Las plataformas sólo sirven de nexo y son gratuitas.
Por motivos de seguridad, los promotores del sistema recomiendan que antes del primer viaje los usuarios verifiquen identidades mediante Facebook, o si se puede a través de algún contacto laboral u otra manera que genere mayor seguridad. También aconsejan encontrarse en algún lugar público para una primera impresión antes de decidirse a compartir viaje.
Más allá de la incomodidad que para muchos puede significar viajar con un desconocido, la principal traba suelen ser los miedos por la inseguridad. En este sentido, Van Morlegan se sorprende de que la plataforma cuente con un 10% más de mujeres.
La mayoría de los usuarios de internet que se enganchan con estas propuestas tienen entre 24 y 35 años. Y aunque todavía no es un fenómeno masivo, cada vez suma más adeptos.
En el sitio “Vayamos Juntos” se publicaron un promedio de 2.400 viajes mensuales durante el primer semestre de 2014. Esta cifra representa un incremento de casi un 34% en relación al mismo período de 2013. “Creemos que va a continuar la tendencia (que viene en alza desde 2012) debido al aumento de los costos del transporte”, sostiene Van Morlegan.
Virginia Zapico -30 años, diseñadora gráfica- va todos los días a trabajar a Capital. Cuenta que el aumento del colectivo que empezó a regir a principios de este año la indignó. Entonces creo un grupo de Facebook “Carpooling La Plata - Buenos Aires” pero el impulso se debilitó tras el primer envión y no se ocupó en darle difusión. Cuando vivió en Alemania conoció el sistema de compartir autos y lo utilizaba a diario para ir al trabajo. Recién hace unos meses tuvo su primera experiencia en Argentina: los colectivos pasaban sin detenerse por Paseo Colón. Un chico, que había llevado a su amigo (en auto) hasta la parada, se hartó y se ofreció a traerlos hasta La Plata. Ella no los conocía, tampoco la otra platense que subió. En el viaje se dividieron los gastos de nafta y peajes.
intentos estatales de alentar el carpooling
En 2007 la Ciudad de Buenos Aires intentó promover el sistema: los autos con tres o cuatro personas tenían una vía exclusiva de acceso a los peajes y pasaban gratis. Pero en ese momento el costo estaba congelado desde hace 14 años en $2, y el aliciente no resultó suficiente.
El 2014 se vino con costos muy diferentes, y muchos se encuentran imposibilitados de soportar solos los gastos que implica moverse en auto. Algunas empresas grandes ofrecen el sistema de carpooling para que sus empleados se contacten entre sí para viajar juntos al trabajo.
“En los países donde el carpooling es muy común se tardó más de 10 años en volverlo costumbre. El cambio cultural no fue fácil, pero sucedió. En Latinoamérica sucederá igual, pero tardaremos más. La gente muchas veces no se anima a subirse al auto de un desconocido, como sí sucede en Europa y EEUU”, reflexiona Martín Rubio, uno de los fundadores de “Sincropool”.
Con miedo o sin miedo, lo cierto es que muchas veces el bolsillo empuja y lanza a la aventura.