“Un triunfo que necesitaba un país sufrido”. Así declararon varios de los jugadores chilenos tras lograr ayer el título de la Copa América al vencer a Argentina desde los cobros del punto penal, tras empatar 0-0 en los 120 minutos de juego. Este triunfo llega en un momento ideal a un país que en los últimos años ha sufrido desastres naturales y ha vivido problemas sociales por inconformidades de su población. A nivel futbolístico pudo celebrar tras 105 años de historia su primer título y lo consiguió a lo grande, ganándole al sub campeón del mundo con Lionel Messi a bordo.
Fue un partido típico de final, pero fue más sufrido de lo esperado. Chile y Argentina, los dos mejores equipos de la Copa América, habían mostrado ser oncenos ofensivos y desequilibrantes pero anoche se cuidaron más de la cuenta y se dedicaron a guerrear, luchar y meter, en lugar de jugar. Argentina nunca sufrió a lo largo del certamen por ser atacado, sufrió porque por momentos no encontraba la manera de vulnerar al rival. Chile, por su parte, tuvo que parir porque por instantes debía apostarle a pelotear y a hacer un juego al que no está acostumbrado y que no había mostrado a lo largo de este certamen.
Una vez más el estadio Nacional de Santiago se vistió de rojo. La selección chilena disputó todos sus partidos de la Copa América en el máximo escenario capitalino y ahí cada vez que los dirigidos por Jorge Sampaoli jugaron, la hinchada acompañó y armó una fiesta. Parecían ríos de sangre las vías que rodean el complejo deportivo ubicado en Ñuñoa porque la masa roja era impresionante. Gritos de “Chi chi chi le le le”, viva Chiles se oían con frecuencia y desde varias horas previas a que el árbitro colombiano Wilmar Roldán pitara el inicio del juego se vivió un cruce de cánticos entre los argentinos y los locales. El empresario chileno Leonardo Farkas, un exportador de hierro de 46 años donó 49 mil banderas para que los chilenos las hondearan de lado a lado y se viviera un colorido diferente al de los juegos anteriores. Éstas sirvieron como elemento para alentar a los once guerreros que fueron impulsados con una fuerza similar a la que le dio a los 33 mineros hace casi cinco años atrás.
“Si tenemos el balón vamos a sufrir menos”, había anunciado el técnico de la selección chilena y por eso la idea inicial de sus jugadores fue esa. Con posesión metieron a Argentina en arco propio y con el apoyo de la gente se sintieron cómodos. Claro que ese ritmo era difícil de mantener y por eso poco a poco comenzó a reaccionar el conjunto dirigido por Gerardo “Tata” Martino. Apareció la sociedad de Lionel Messi y Javier Pastore, responsables de que el equipo albiceleste esté en esta instancia. A pesar de equilibrar la cancha, las opciones más claras fueron para Chile que pudo irse en ventaja pero no lo logró por falta de definición y porque el arquero Sergio Romero respondió bien cada vez que fue exigido.
Los llamados a ser protagonistas en sus equipos eran Jorge Valdivia y Lionel Messi, pero las marcas recias en ambos bandos hizo que no se destacaran. El juego de Messi fue muy parecido al de aquella final el año pasado en el estadio Maracaná de Brasil ante Alemania. El 10 intervino poco, pero cada vez que lo hizo puso a sufrir a los chilenos. Por su parte Valdivia, una de las grandes figuras del campeonato, no contó con un buen día y aunque metió algunos pases de lujo, no fue determinante y terminó siendo sustituido por Matías Fernández.
El final se acercó y los que más sufrieron fueron los chilenos pues increíblemente Gonzalo Higuaín falló un claro balón en el área chica al último minuto y ahí tomaron un respiro profundo y lograron llevar el juego al alargue. Ya en esa instancia se vio mejor físicamente Chile, pues de los jugadores argentinos varios sufrieron de desgarros musculares que no les permitieron darlo todo, como están acostumbrados, sobre todo Javier Mascherano, quien es un gladiador y así como en Argentina Messi es su estrella en el ataque, “Masche” lo es en la defensa.
Chile le apostó a los penaltis. Sampaoli prefirió cuidarse atrás antes que sorprender a los albicelestes y el plan le salió. Argentina presionó y pudo marcar, pero la serie se terminó yendo a los cobros desde los 12 pasos. En Chile cobraron Matías Fernández, Arturo Vidal, Charles Aranguiz y Alexis Sánchez. Todos acertaron el arco. Por su parte, en Argentina cobraron Lionel Messi (el único que convirtió) Gonzalo Higuaín y Ever Banega (que fallaron).
Ya habían sido seis las Copas disputadas en suelo chileno y por fin, la séptima fue la vencida y el pueblo pudo celebrar. Le había sido esquivo el título a un fútbol con historia, a un país que incluso albergó el Mundial de Chile 62. Este título es mérito también de Marcelo Bielsa, quien desde su llegada a la selección chilena transformó la mentalidad y la mera de jugar. De hecho, Jorge Sampaoli, actual entrenador, es uno de sus herederos. Ahora viene la eliminatoria y este equipo chileno será un rival duro que además se agrandará con este título. El cuadro austral ya se ganó el cupo para la Copa Confederaciones de 2017 en Rusia, a la que asisten los campeones de cada continente.
Otro golpe para Argentina
Tras perder hace un año la final del Mundial de Brasil 2014 ante Alemania, esta derrota es nuevamente un golpe bajo para un equipo que cuenta con todos los elementos para ganar títulos pero no le es posible desde 1993, cuando levantó la Copa América en Ecuador. Desde ese título se ha vuelto costumbre para los albicelestes encadenar decepciones y frustraciones. Se siguen coleccionando sinsabores y crece el sufrimiento. Esta fue la tercera final de Copa América que se pierde (Perú 2004 y Venezuela 2007).
Argentina está en el lugar que merece su historia y su presente futbolístico. Pero necesita imperiosamente llenar su visado internacional con consagraciones. Volver a ocupar el sitial que le corresponde de una vez por todas. Lionel Messi merece una consagración con su país y si se sigue trabajando de la manera que lo han hecho, pronto llegará la consagración.