Carne argentina: un clásico en extinción

Es el peor gobierno que le ha tocado al campo en toda la historia argentina." La frase le corresponde a Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. "Se depredaron los recursos de nuestro sector, del Banco Central, de la Anses; caímos en la producción y en la exportación de carne, y los alimentos finalmente subieron de precio", se enoja el número uno de la entidad del campo. Hoy, el 90% del resultado económico de una empresa agropecuaria se va en impuestos, según sus datos.

Y hay un rubro en el que la crisis no deja de generar nuevas víctimas: el de los frigoríficos. Irónicamente -en el sector- lo bautizaron vaca muerta y es la contracara de la esperanza petrolera que tiene la Argentina.

Los datos son elocuentes: desde el cierre de los mercados internacionales en la gestión de Guillermo Moreno, unos 138 frigoríficos bajaron sus persianas, los despidos afectaron a 21.000 trabajadores y se perdieron unos diez millones de cabezas en el stock ganadero local, según números que maneja el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Carne.

"La ecuación es simple. Bajaron los precios del mercado local porque se prohibieron las exportaciones, pero el negocio se destruyó y sin rentabilidad no hay empresa. Es un quebranto total", resume -desde el off the record- la realidad que atraviesa el sector quien fuera el número uno de un frigorífico local que pasó a manos brasileñas.

En 2014 se faenó un 17% menos de cabezas que en 2008 y la producción cayó un 14%. La política de cierre de las exportaciones arrancó en 2006 cuando la inflación avanzaba a paso galopante y Moreno desincentivó la producción de novillos para la venta al exterior, cuya faena cayó un 46%, es decir, en unos 2,1 millones de cabezas, según los datos del equipo económico de la Rural.

La información del Senasa avanza por el mismo camino: entre 2005 y 2010 abandonaron la actividad unos 27.000 productores ganaderos, según el registro oficial Renspa, y la tendencia está lejos de revertirse.

"Las exportaciones no dejaron de retroceder", agrega Etchevehere en el marco del ciclo Conversaciones de LA NACION. La participación de las carnes bovinas argentinas en el mercado mundial sigue cayendo. De ser los terceros exportadores del mundo con un volumen similar al de la India en 2005, se retrocedió consistentemente hasta el puesto 14, superados por Uruguay (10) y Paraguay (12), según los datos del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina sobre la base de datos del International Trade Center.

"El cálculo incluye carnes frescas, refrigeradas y congeladas y da lugar a que una economía como la de Bielorrusia que entra 13,3 veces en el territorio argentino nos haya superado como exportadores en el ranking mundial de carnes", se lamenta Ernesto Ambrosetti, jefe de economistas de la Sociedad Rural. "Fue una década perdida para el sector", avanza Luis Bameule, ex presidente de Quickfood, la empresa creadora de la genérica Paty. La pérdida de stock ganadero se traduce en unos US$ 4000 millones menos de capital del sector, a los que hay que sumar entre 1000 y 1500 millones de dólares de flujo anual de exportaciones que no existieron por las restricciones. "Un dato adicional es que en 2006 se exportaban 770.000 toneladas y hoy se debería exportar más de un millón. Sin embargo, estamos en 200.000", dice Ambrosetti.

Durante unos siete años la cuota Hilton se incumplió por las disposiciones locales. "En el último año fue porque ya ni cierran los números para los envíos internacionales", suma Bameule. El cepo cambiario, las retenciones del 15 por ciento y los Registros de Operaciones de Exportación (ROE) figuran a la cabeza. Del total mundial de lo que se transa de carne en el mundo hoy la Argentina representa el 2 por ciento contra el 15 por ciento que supo ostentar hace 8 años.

El viernes, sin embargo, el Gobierno festejó a través de un comunicado de Cancillería que un tribunal arbitral de la Organización Mundial de Comercio le dio la razón en todos los reclamos principales que se habían formulado contra las medidas de Estados Unidos que prohíben el ingreso a ese país de carne vacuna fresca -refrigerada o congelada- desde todo el territorio argentino. "Es una buena noticia, pero lejos está de resolver la situación de fondo. Ahora recién comienzan tres meses de revisiones", afirmó un productor ganadero.

El consumo de carne vacuna en la Argentina no pasa por una situación mejor. El retroceso entre 2008 y 2014 fue de 68 a 60 kilos por habitante por año, mientras que el precio promedio de la carne al consumidor aumentó un 523% en el período de enero de 2008 a diciembre 2014. "Una cifra inferior a los de otros rubros de alimentos pero que es poco sustentable", grafica otro empresario del sector. Y agrega: "La situación es tal que los cierres dejaron de ser noticia". En la última semana la carne vacuna aumentó un 20%, según el propio sindicato de la actividad.

"El potencial era impresionante, pero salió todo al revés y revertirlo llevará tiempo", agrega Bameule. Hoy la esperanza de los productores es que los principales candidatos presenten sus proyectos de largo plazo. El gran enigma para ellos es Daniel Scioli, cuyos asesores dieron atisbos a puertas cerradas pero no en público. Mientras tanto, se intentará mañana darle una luz de esperanza al alicaído sector con el anuncio de un acuerdo en la cadena de la carne. El objetivo es preservar puestos de trabajo e intentar revertir la ironía de la otra vaca muerta..

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