Estela Carlotto contaba las horas para abrazar a su nieto, robado a su hija Laura poco antes de ser asesinada durante la dictadura (1976-83) y recuperado el martes, pero este hito no frenará su lucha hasta encontrar “a todos los nietos que faltan”, casi 400.
“No, aquí no termina, seguiré en la lucha. Yo voy a seguir en Abuelas para buscar a todos los que faltan”, prometió la activista de 83 años, que el miércoles mostraba una sonrisa imborrable a horas de que se produzca el esperado encuentro entre la abuela y el nieto.
Carlotto se refirió a las casi 400 personas —nietos— que no han sido encontradas, un día después de hallar al nieto 114 que resultó ser el suyo, hijo de su hija Laura secuestrada en 1977 y asesinada al año siguiente.
Aunque Carlotto no quiso revelar detalles del encuentro porque no quiere “forzar ninguna situación”, su hijo, el diputado oficialista Remo Carlotto, dijo que la familia se encontrará con el nieto en la tarde (de ayer) en La Plata, ciudad donde vive la dirigente humanitaria al sur de Buenos Aires.
No obstante, una fuente de la entidad dijo a la AFP que el encuentro sería “estrictamente familiar” y no se divulgaría ningún dato sobre el lugar y la fecha.
“Es un día crucial. Todavía estoy como en otro mundo, estoy como soñando”, declaró.
Estela Barnes de Carlotto, madre de cuatro hijos, era maestra de escuela primaria y ama de casa cuando desapareció su hija Laura, que junto a un novio que ella no conocía, militaban en la organización guerrillera Montoneros (peronista de izquierda).
Carlotto no sabía que Laura estaba embarazada cuando la secuestraron. “Me casé con mi primer y único novio, Guido”, contó en una entrevista hace unos años sobre su esposo, ya fallecido.
Ese nombre fue, según el testimonio de sobrevivientes que estuvieron detenidas con ella, el que Laura había elegido para el niño que los militares le arrebataron cinco horas después del nacimiento en un centro de detención clandestino en Buenos Aires.
Estela, de origen inglés, y Guido, de raíces italianas, tuvieron dos mujeres y dos varones. “Los criamos a la manera nuestra, con libertad, con cariño, en un hogar”.
“Pude seguir trabajando como maestra gracias a mi mamá, una excelente abuela que los cuidó en mis horas de escuela. Mi marido, descendiente de italianos del Véneto, fue un padre protector”, reveló esta mujer a la que la adversidad la convirtió en la abuela más célebre de Argentina.