¿Bonos basura o bonos de inversión?

Al actual jefe de Estado de Colombia, el tema del avión presidencial ya no lo trasnocha.

 

Hasta hace pocos años, los gobiernos colombiano y argentino, a pesar de sus profundas diferencias ideológicas, tenían un elemento en común: aunque por razones totalmente distintas, sus respectivos jefes de Estado no podían desplazarse en sus viajes al exterior en las aeronaves presidenciales.

El de Colombia, por la sencilla razón de que la famosa ‘cafetera’, como se le llamaba folclóricamente al avión presidencial, era un peligro inminente para la supervivencia del jefe de Estado y sus acompañantes.

En el caso del mandatario argentino, el problema estaba y, sigue estando, en que cualquier activo del Gobierno que haga presencia en el exterior puede ser objeto de un embargo o secuestro, como resultado de una acción legal promovida por los abogados que representan los intereses de los inversionistas afectados por la ‘quita’ de deuda, aplicada por el gobierno argentino a comienzos del siglo XXI.

Esto que podría parecer un capítulo de ciencia ficción ya es realidad verdadera, pues hace un par de semanas un buque de la armada argentina fue y, sigue estando, retenido en un puerto de la lejana nación africana de Ghana, como resultado de una acción de tipo legal.

¿Quién gana con esta situación en Ghana? Es claro que, financieramente, muy poco recuperarían los acreedores en el evento en que ese buque llegue a ser vendido en un mercado persa.

Lo que en el fondo se pretende es dejar un mensaje de inconformismo y rechazo a la decisión de un gobierno que incumplió sus compromisos con la comunidad internacional.

En la vida no todo es dinero, también satisfacciones morales. Al actual jefe de Estado de Colombia, el tema del avión presidencial ya no lo trasnocha, primero porque el país ha sido y, sigue siendo, buena paga frente a sus obligaciones, pero, fundamentalmente, porque esa famosa cafetera ya fue reemplazada por otro avión, más moderno y con todas las garantías de seguridad. 

Quien eventualmente puede estar empezando a tener temores de embargos de bienes públicos es el gobierno español, si el tema de la refinanciación de su déficit fiscal no evoluciona favorablemente, a la espera de que se haga realidad la intervención del Banco Central Europeo.

La opinión pública española reaccionó negativamente, cuando la calificadora Standard and Poor’s rebajó la nota a la deuda de España a nivel de BBB-. Esta rebaja no es casual, ya que el mercado raja, todos los días de la semana, la gestión del presidente Rajoy. 

Lo paradójico es que esa misma calificación, BBB-, es la que en el 2011 recibió el Gobierno colombiano, y a este le produjo no desazón, sino regocijo y felicidad. Lo que para un país –otrora epicentro de un imperio sin fronteras– es desecho o basura, para otro –en franco proceso de crecimiento–, es motivo de orgullo y factor de atracción para la inversión extranjera.

A la luz de la evaluación que hacen los expertos, España y Colombia ofrecen actualmente el mismo nivel de riesgo. La diferencia es que, mientras la economía española viene en picada, la colombiana emerge aceleradamente y con luz propia. Así en este momento estemos nivelados o equilibrados, es preferible venir de menos a más que estar cayendo de la cima a la sima. 

GONZALO PALAU RIVAS

PROFESOR, UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

gonzalo.palau@urosario.edu.co

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