Barrio Aatra, Patria y corazón

Pablo Felizia/ De la Redacción de UNO

pfelizia@uno.com.ar

La Asociación Argentina de Telegrafistas Radiotelegrafistas y Afines (Aatra) era uno de los sindicatos del Correo, y en 1973 inició el proyecto del barrio que hoy se emplaza como uno de los más característicos de Paraná. Los vecinos de la zona llevan en su orgullo haber dado pelea durante décadas para lograr lo que hoy tienen: un lugar limpio, en su mayoría asfaltado, con todos los servicios, polideportivo, centro de salud y jardín maternal. Antes de que la capital provincial creciera eran solo unas luces a lo lejos entre montes y campos. Su plaza principal lleva el nombre de Puerto Argentino en homenaje a la gesta de Malvinas, a quienes combatieron y a la Antártida.

Con el paso de los años, los telegrafistas fueron desapareciendo como profesión y abrieron las puertas a otros trabajadores para que ocupen las viviendas. La zona que antes se llamaba Aatra I y II hoy es Mariano Moreno y Aatra III y IV mantienen su nombre. Hasta allí llegó UNO para contar la historia de esas calles de Paraná. Acompañaron la nota el presidente de la vecinal, Fabián Álvarez, y Carlos Moreyra, subsecretario de Prensa y Difusión.

Entre los dos contaron que componen el barrio 15 manzanas y las viviendas de la primera fueron entregadas en agosto de 1981 sobre Gualeguay. El resto fue en setiembre de 1982 y en junio de 1985.

Valentín Peralta era el secretario general de Aatra, que gestionó el barrio. Cuando se pobló de familias, las calles no estaban asfaltadas y fueron consorcios entre los propios vecinos los que lograron el objetivo.

Pero antes de que eso sucediera, cuando era todo barro, en el centro de Paraná llamaban satélite al conjunto de luces que se veían en el medio del campo y atrás de varios montes desde Almirante Brown y Blas Parera.

Siempre fue un zona de trabajadores que se juntaban de madrugada en horarios acordados para cruzar arroyos y barriales todos juntos. Cuando llovía, quienes tenían auto debían dejarlo a varias cuadras de sus viviendas.

Entre esas calles cuentan que una vez un vecino propuso interconectar cada vivienda con líneas telegráficas y si bien a eso lo llevan en la sangre, le explicaron a quien propuso la iniciativa que ya existía algo novedoso que se llamaba chat y que era posible gracias a Internet. Igual, comentaron que algunas líneas tiraron entre sus familiares.

Poner el hombro

Tanto Álvarez como Moreyra sostienen que todo lo logrado entre esas 400 casas fue gracias a que los mismos vecinos pusieron el hombro para concretar las obras que faltaban. La comisión vecinal durante 21 años estuvo integrada por mujeres que se plantaron y levantaron el barrio con su voluntad.

El polideportivo, por ejemplo, es uno de los espacios más importantes. Al principio el playón era de asfalto, hasta que la subcomisión de básquet logró una donación para que tuviera mosaicos. También abrieron el centro de salud Hermana Catalina y el jardín maternal municipal Los Gurisitos, que fue pintado y arreglado por los papás que después mandaron a sus hijos: su apertura fue en 1986 y está ubicado entre las paredes del obrador de las viviendas del barrio; hasta la Capilla Sagrada Familia fue levantada con esfuerzo colectivo.

Pero si alguien habla del barrio Aatra, su lugar de referencia, el más importante y el que le da su impronta, es la plaza Puerto Argentino que fue hecha para homenajear a combatientes de Malvinas caídos en la guerra. Tiene siempre el pasto corto, los canteros limpios, una virgen, un hongo gigante que ya es un ícono y un monumento particular. En una pared del fondo hace años pintaron las Islas y nunca nadie hizo un grafiti o arruinó la pared; es un pedazo de Patria cuidada y respetada por todos.

“Fue para homenajear a la gesta. Antes, las calles eran solo números y ahora se llaman Isla Soledad, Islas Gran Malvina y está Almirante Brown entre otras”, contó Moreyra.

En la plaza están los nombres de todos los entrerrianos caídos en 1982. En una placa particular se destacan tres vecinos del barrio que hoy son recordados como héroes: Manuel Acosta, Juan Domingo Bernhardt y Horacio Benito Ibáñez.

“Está en la idiosincrasia de la gente, no es que alguien dijo que había que hacerlo, se hizo porque los vecinos lo hicieron”, agregó Álvarez.

En el centro de la plaza, el monumento representa una roseta de viento que apunta a las Islas Malvinas, en posición similar a las estrellas que conforman la Cruz del Sur. En el medio lleva un mástil y están en la pelea para que todos los días flamee la Bandera. Una vez izaron una bordada con hilos de oro, pero ese mismo día alguien la robó; la devolvieron dos años después. Además de la gesta, reivindican en el lugar a la Antártida Argentina como reserva de agua dulce de la humanidad.

La plaza fue impulsada entre 1885 y 1986 con la primera comisión vecinal oficial. El monumento fue enclavado en 2012.

Desde la vecinal solicitarán y ofrecerán que en 2015, para el 2 de abril, el desfile con los combatientes de Entre Ríos se haga por las calles del barrio.

Todas las tardes una enfermera

Uno de los referentes de la zona es Eduardo Erminio Petruccio, que tiene 84 años y quien junto a su esposa Adela Savoines de 86, llevan 57 años juntos y están entre los vecinos más reconocidos del barrio Aatra.

Viven allí desde el 1º de setiembre de 1982, cuando entregaron la gran mayoría de las viviendas y se mudaron siete días después.

“Cuando vinimos nosotros teníamos un solo caño de agua, íbamos a sacar con un balde”, contó Adela, que además explicó que todo era tierra y barro y llevó tiempo y trabajo dejar en condiciones las calles del lugar.

Eduardo fue chofer en Vialidad, donde trabajó durante 44 años. Ella, durante 30, dedicó sus días como enfermera del hospital San Martín. En el barrio no solo la conocen, sino que la aprecian porque antes de que llegaran los centros de salud y la atención sanitaria más cercana, gratis, después de sus horas laborales, colocaba inyecciones a cualquiera que se lo pidiera. Incluso llegaban desde otro barrio por su ayuda. “Nunca cobré ninguna inyección que puse”, dijo orgullosa, y agregó: “Estas manos, hasta el día de hoy, no cobran un solo centavo, al contrario, sale de mi alma”.

Entre las joyas de Eduardo hay un Rambler modelo 62 con todas las piezas originales y que funciona como un reloj y que los vecinos protegen y cuidan. A don Petruccio y a doña Adela, cuando algún vecino pasa por enfrente de su casa, los saludan con afecto .

En 2002, la vecinal propuso hacer un buzón que será abierto en 2022 y cada familia escribió una carta; hay quienes dicen que con esfuerzo y dedicación algunos de los deseos serán cumplidos mucho antes.

Por una escuela

En Aatra no hay escuela Primaria y fue una vieja promesa de cuando inauguró el barrio. Desde la vecinal no solo están convencidos de la necesidad, sino que ya presentaron el pedido para la conformación de una institución educativa. Consideran como alternativa que de lograr techar el polideportivo y ampliar un salón podrán construirse las aulas para poder empezar. Hoy dan apoyo escolar a 40 chicos.

Entre otras necesidades aún no tienen asfalto en calle Provincia de Entre Ríos y hay mejoras por hacer en Gualeguay; esperan en 2015 contar con una cancha de bochas y de tejo y dar inicio a una escuela de fútbol infantil.

Además explicaron que le vendría bien al barrio contar con contenedores de basura.

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