Por PEDRO GARAY
Como los fantasmales recuerdos de Paul Dedalus, su héroe y alter ego, Arnaud Desplechin ya no está en Mar Del Plata. El celebrado cineasta francés, uno de los preferidos del público argentino, llegó desde Ezeiza en taxi y, sin pasar por el hotel, aterrizó en el Auditorium para la apertura del festival.
Desplechin celebró en su primera visita a Argentina su cumpleaños, y antes de dejar nuestro país camino a nuevos festivales escuchó los rabiosos aplausos a su nueva obra que el fiel público argentino le dedicó a su nuevo filme, que retrata los años mozos de Paul, personaje que ya había aparecido en la exitosa “Mi vida sexual”, obra fundamental de la carrera del director de Roubaix.
Pero Desplechin le rogó a la audiencia que no vieran esa especie de precuela o, al menos, que no la tuvieran en cuenta, para “generar una reconstrucción de recuerdos genuina y no atravesada por lo pasado”. Es que, tras diez largometrajes y un paso fallido por Hollywood, el cineasta parece intentar en “Tres recuerdos…” apelar a una audiencia joven, y no a aquella que sigue su carrera hace dos décadas. “Si mi cine no puede involucrar a un joven de 20 años, para qué estoy haciendo cine”, afirma entre risas.
La cinta retrata las mocedades de Paul en la Europa antes del 89, dividida en dos, haciendo eje en las relaciones amorosas del héroe “en un formato de muñecas rusas”, explica sobre la estructura de tres episodios su director, y “cuestionando a la vez si esa división de Europa ha sido un éxito o una historia de amor fallida”.
“Para el héroe”, interpretado por su actor fetiche, Mathieu Almaric, “la llegada del pop es más importante que la caída el Muro”, cuenta el cineasta: un interés que imita el suyo y el de los jóvenes de la década del 80, aunque, reconoce Desplechin, en su alter ego de la pantalla están más sus deseos insatisfechos que las anécdotas de sus correrías.
“No tengo muchos recuerdos de mi juventud, porque era mucho más tímido que mi personaje: fue una juventud de lector, veía mucho cine y me protegía bastante de la vida. Eso es el cine. El teatro es un encuentro con la vida, en el cine hay una distancia, es como un sueño”, analiza Desplechin, aunque agrega que como él, “mis personajes son solitarios”.
EN ARGENTINA
En su primera hora en Argentina, el director repasó su filme, reveló algunos detalles de su próximo proyecto (“no hay mucho para decir… pero seguramente el papel principal lo interprete Amalric”, señaló sonriente) y manifestó que “hacía muchos años que quería venir, porque mis películas se han estrenado regularmente acá”.
Desplechin contó que “me impresionó mucho Relatos Salvajes” y que su primer contacto con el país fue gracias a Borges, y destacó la “gran diversidad del cine argentino”. “En ese sentido”, cerró, “siento que, en el sentido de la cultura y el cine, somos países hermanos”.