La decisión del gobierno argentino de dejar que la moneda opere libremente, tomada la semana pasada, desencadenó una devaluación del 27 por ciento, la demanda por notas de corto plazo casi se duplicó en la subasta realizada por el banco central dos días antes, en tanto los funcionarios subieron las tasas de interés en cerca de un tercio, a un máximo de 38 por ciento para las notas que vencen en 35 días.
La medida formó parte de las iniciativas para evitar un colapso total de la moneda local manteniendo a los inversores en activos en pesos. Hasta ahora, parece estar funcionando. A la devaluación del jueves siguieron dos días de alzas para el peso.