Primero fue la negativa del Congreso a reformar la Constitución para permitirle un tercer período y la posibilidad de 16 años de kirschnerismo. Luego, la imposibilidad de escoger al candidato de su partido: Daniel Scioli, quien fuera vicepresidente de Néstor Kirchner, no era de su simpatía; en un gobierno de Scioli no habría lugar para la Cámpora, el grupo radical del kirschnerismo dirigido por su hijo Máximo y el ministro de la Economía, Axel Kiciloff. Pero al menos, habría cierta continuidad.
En las elecciones del domingo, la disyuntiva era si Scioli ganaba la Presidencia, o si era necesaria una segunda vuelta para que Scioli sume los pocos puntos que le faltarían.
Pero el domingo, Scioli superó estrechamente a Mauricio Macri, el candidato de la oposición más dura. No hay certeza de quién será electo en noviembre. Tercer revés de Cristina Fernández de Kirchner.
Es inevitable que el próximo presidente se distancie del populismo kirchnerista, que dio réditos en una primera etapa sacrificando el futuro, y el futuro ya llegó.
La economía se deteriora día a día ya que el gobierno saliente no está dispuesto a introducir correctivos; este año decrecerá. Argentina tiene una inflación de 25%, y hay tanto precios controlados como subsidios descontrolados.
Una gran desconfianza en el peso hace que la población saque su plata de los bancos y la meta en dólares en el mercado paralelo, en que el peso se cotiza a 16 por dólar cuando el oficial está a 11.
Domingo Cavallo, la estrella económica de hace dos décadas, en un reciente libro (Camino a la Estabilidad, Sudamericana 2014), considera que el nuevo gobierno, cualquiera que sea, tendrá primero que sincerar los precios y subsidios, y acto seguido desmontar gradualmente los controles cambiarios, para que los argentinos puedan libremente escoger si tienen sus ahorros en pesos o dólares, mientras que el Banco Central maneja su tasa de interés con el objetivo de combatir la inflación.
En una primera etapa, la tasa de interés sería alta, porque el rendimiento de los ahorros debe compensar la expectativa de inflación. Pero al converger las tasas de cambio libre y oficial, la primera tendería a caer, y con ello las expectativas de inflación. Recomienda un sistema bimonetario como el peruano, aunque la convertibilidad es otra opción. “Dolarizar a la ecuatoriana” otra, una vez que se haya legalizado el mercado cambiario libre para el turismo, ahorro y transacciones financieras.
De Macri, es de esperar un ajuste en este sentido; de Scioli, al menos ciertos elementos, puesto que no va a arriesgar un colapso económico en su período. Ya prometió atender al campo: con los Kirchner, Argentina perdió su supremacía en carne vacuna.
A la Argentina seguirán otros. El populismo del siglo XXI no sobrevivirá la caída de los precios de las materias primas.