La economía mundial no termina de salir de una crisis y se mete en otra similar con un horizonte cada vez más oscuro. La Argentina, en cambio, no tiene los bríos del período 2003/07 ni las expectativas que alumbraba en el 2010/11 pero ofrece destellos claros de recuperación.
El sol dejó de ser fuerte y abrasante. No obstante ello, los nubarrones se disipan y lo que es más llamativo, durante el último cuatrimestre largo que le queda, el kirchnerismo mantiene viva la llama del robustecimiento del mercado interno como factor de desarrollo e integración social.
Entretanto, el país sufre y se desgarra por la caída de los precios internacionales de la soja que se marchitaron hasta cerrar ayer a U$S 381 (pese a una suba del 3,1% de la víspera) por tonelada en Chicago después de alcanzar un valor histórico de U$S 611,78 el 9 de julio de 2012. Ingresarán U$S 230 menos por tonelada, una pérdida nada desdeñable si se toma en cuenta, aunque más no sea como un ejercicio numérico, que la última cosecha superó los 60 millones de toneladas. La ilusión del oro verde se desvaneció y ya no aparece como la mina encantadora del futuro. Aun así, el frío es bastante más gélido e inquietante en el exterior. Grecia se está cayendo a pedazos y pese a que ganó la pulseada en el referéndum y la historia reciente estaría dispuesta a asumir un nuevo ajuste a cambio de dinero para pagar una deuda impagable de más de 320 mil millones de euros.
La receta neoliberal de ajuste tras ajuste pulverizó el 25% de su economía en menos de siete años, llevó la desocupación a una marca récord del 26% y la pobreza a niveles insospechados hace sólo dos décadas para un país que está ubicado de forma estratégica en Europa. Ahogada por su endeudamiento y sin dinero, Grecia está preparando un nuevo programa de ajuste y achicamiento que aceptó de sus socios europeos para convencerlos de mantenerla en la zona euro. El gobierno griego, pese a haber obtenido el favor de su pueblo, se hincó de rodillas a cambio de 50 mil millones de euros.
La troika, integrada por el Fondo Monetario, el Banco Central Europeo y el Consejo Económico Europeo, hicieron todo lo que debían hacer para mostrar que la Unión Europea estaba ideada para darles cuerpo a Alemania y Francia, pero que jamás se diseñó seriamente como herramienta integradora del resto de Europa.
La crisis del Viejo Continente evidencia un mundo más incierto e imprevisible.
El FMI dice que la pobreza del crecimiento de los Estados Unidos es la principal responsable del estancamiento de la economía internacional.
Sin embargo, sus políticas de recortes fiscales (sociales) mantienen en la total chatura a Europa, quien teme que el virus de Grecia se esparza como la peste por todo el continente. Aun así continúan replicando la receta del achicamiento como si recurrieran a una ingesta masiva de estricnina con el fin de extraer al diablo del cuerpo colectivo.
En los 34 países miembro de la Organización para la Cooperación el Desarrollo Económico (OCDE) sigue habiendo 42 millones de personas desempleadas, lo que equivale a 10 millones más que a finales de 2007, antes de que empezara la crisis. Además, de esos 42 millones de desocupados, 15,7 millones se encuentran en esa situación desde hace más de 12 meses. Ayer, otro informe de la OCDE dio cuenta de que en la zona euro los recortes en salud alcanzaron un nivel récord entre 2008 y 2013. España lideró la caída del gasto sanitario durante los años de las políticas de austeridad y recortes. De hecho, Grecia, Luxemburgo, Irlanda, Portugal, España e Italia son los países donde más cayó el gasto sanitario per cápita entre 2009 y 2013, mientras en la media de los 34 Estados miembro de la OCDE subió un 0,5 por ciento.
En el lote de los enfermos, Grecia es el país que más recortó su presupuesto sanitario: un 7,2% anual. Mientras la atención se concentraba en la crisis griega, el ministro del Tesoro de Gran Bretaña, George Osborne, anunció este 6 de julio recortes al gasto social por U$S 19 mil millones. En este mismo marco, aunque los expertos del FMI sostienen que la crisis griega no afectará a Europa, el cuestionado organismo mantuvo las paupérimas expectativas de crecimiento del 1,5% este año para la UE con cifras inferiores para Francia (+1,2%) y una décima arriba para Alemania (+1,6 por ciento). Al ajuste algunos países europeos también le sumaron otro ingrediente adicional que transformaría a la zona euro en un cubito: la suba de las tasas de interés. Eso podría asimismo ser el preludio de "nuevas tensiones en el campo financiero". Entre la aguda crisis social, los altos niveles de endeudamiento y las políticas de ajuste fiscal, nada hace pensar que la situación socioeconómica vaya a mejorar en Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, los países emergentes que, en los últimos años, surgieron como los posibles "salvadores" de las sinistras políticas económicas y financieras del Primer Mundo han comenzado a tener problemas. Rusia, sacudida por la golpiza que le dio Estados Unidos cuando le jugó un traspié para hacer caer a niveles históricos el precio del petróleo, de lejos, su principal producto de exportación, vio cómo su economía se desmoronó. Y las previsiones de crecimiento cerrarían el año con una caída del 3,4 por ciento. China tampoco está exenta de la crisis pues el clásico concepto de tasas chinas se redujo a un humilde 6,7% para 2015. La situación del principal socio argentino es tan desesperante que su presidenta Dilma Rousseff reconoció que "varios países pasan por crisis graves, pero sólo Brasil tiene una característica específica: estamos pasando por un momento extremadamente duro". No es casual entonces que las economías que integran los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) señalaran ayer que están preocupadas por la volatilidad de los mercados financieros globales y los precios del petróleo. Y acordaron coordinar esfuerzos para mantener estables sus economías.
En un cuadro complejo a nivel internacional, la Argentina está colocando toda su energía en sostener los logros obtenidos en los últimos años, con un éxito interesante que puede vislumbrarse en ciertos aspectos. La economía local lleva seis meses ininterrumpidos de crecimiento. Los niveles de ocupación se mantienen inalterables y las políticas de estímulo a la demanda y cuidado del trabajo han permitido que el desempleo se ubique en torno del 7% e incluso observando bajas en los niveles de empleo informal. En el medio, los salarios de los trabajadores en relación de dependencia registraron aumentos por las paritarias de un promedio del 28% y a mediados de agosto el gobierno convocará al Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil para ubicar el sueldo más bajos de los actuales $ 4716 en torno de los $ 6100, dividido en dos tramos. Estas mejoras se verifican en subas importantes del consumo interno en centros de compras, supermercados y viajes turísticos en el interior del país. El patentamiento de 0km creció en junio un 5,6% interanual gracias a la venta de 56.315 unidades. Justamente, la industria automotriz es una muestra clara del fenómeno argentino. Mientras la crisis de Brasil estremece al sector con un desplome del 18% de las exportaciones locales al país vecino, la producción se recuperó un 6,3% en buena parte por las ventas internas. ¿Piense usted ahora qué habría pasado si la Argentina hubiera seguido las recetas de adelgazamiento de su mercado interno y de recortes que el FMI le impuso a Europa?