Buenos Aires.— Pocos analistas políticos en Argentina tienen la claridad para observar el devenir de su país y gozan del respeto de sus pares como Vicente Palermo (62 años), fundador y presidente del Club Político argentino, autor de una docena de libros, entre el que destaca La sal en las heridas, una crítica del ideario nacionalista con base en la causa de las Islas Malvinas.
Señala que para enfrentar lo que viene en materia económica “Argentina necesita un milagro”.
Después de la primera vuelta electoral, el 25 de octubre pasado, el kirchnerismo parece herido de muerte y reaccionó con furia. ¿A pesar de cuál sea el resultado en la segunda vuelta, cree que puede sobrevivir a este momento?
—Me parece que aún es temprano para saberlo. Lo más importante es que no se cargan las tintas sobre los responsables de la derrota, sino que se avanza con ira para tratar de revertir el resultado y retener la presidencia, divulgando el miedo.
Se difunde desde el poder que una virtual victoria de Mauricio Macri equivale al regreso del neoliberalismo. No veo que esa estrategia arroje resultados para el gobierno. Si Scioli logra dar la vuelta, la historia quedará con mucho poder; siempre que pueda articular con los gobernadores y el kirchnerismo se quedará sin juego alguno.
¿Cómo vislumbra el futuro sin el kirchnerismo en el poder?
—Argentina tiene por delante un difícil panorama económico, con cualquier gobierno. Es difícil pensar cómo hará para salir de esa situación. Va a sufrir serios desequilibrios por culpa del excesivo gasto público y la herencia que deja este gobierno. Corregirlos impondrá grandes costos y superarlos se asemejará a un milagro.
¿De qué manera analiza estos 12 años de kirchnerismo?
—Argentina es un país aislado del mundo. Lo es por decisión del gobierno actual. Eligió a los peores socios. No digo que Brasil sea uno, pero, justamente, con Brasil no hizo nada.
En estos años se recuperó la capacidad industrial, pero no la hizo competitiva y no genera valor agregado. Hubo un crecimiento económico que por momentos pareció brutal, pero no lo fue. Era el envión que tomó al venir desde muy abajo en 2003 y gracias a políticas correctas adoptadas por el ministro de Economía de entonces, Roberto Lavagna y a los altos precios de los commodities.
¿Qué activos y qué pasivos encuentra en la era kirchnerista?
—Como activo creo que deja políticas sociales que van a seguir, aunque las considere ambiguas. Como la asignación por hijo. Es una trampa perpetua, porque está destinada a gente que no entrará nunca en el mercado de trabajo. No digo, bajo ningún punto de vista, que la quiten. Pero genera una desesperanza permanente en la sociedad.
Como pasivo, creo que ha destruido varias instituciones como el Instituto de Estadísticas y otros estamentos del Estado donde se plagó de militantes hasta afectar seriamente la burocracia. Llegaron demasiado lejos en la concentración de poder, en la corrupción y en el autoritarismo hacia los que no piensan distinto.
Hoy se apela al miedo como estrategia para captar votantes. Y el kirchnerismo en estos 12 años anquilosó a la sociedad civil, al movimiento de derechos humanos y al progresismo en su conjunto. ¿Cómo hará la sociedad si tiene que enfrentar a un Macri volcado hacia el neoliberalismo, en el caso que se cumpla la profecía oficialista?
—No creo que el macrismo vaya a caer en eso, pero sería muy complicada la situación política del país y ahí el kirchnerismo va adquirir un protagonismo esencial.
Repito, no creo que eso vaya a ocurrir. Aun cuando el ajuste fiscal y sus consecuencias serán un hecho con uno u otro en la Presidencia.