El presidente de Argentina, Mauricio Macri, engañó impunemente a sus compatriotas cuando en su campaña electoral prometió “cambios”, y una “revolución de la sonrisa”, que por supuesto para nada está viviendo el pueblo de esa nación sudamericana, sino todo lo contrario, desde el ascenso al poder del gobernante derechista.
A un mes de su llegada a la Casa Rosada este 10 de enero, Macri ya tiene el record de haber desempleado a más de 18 mil trabajadores públicos, y reprimir a manifestaciones pacíficas de los ciudadanos afectados por los despidos masivos ordenados por su ejecutivo.
Desde hacía muchos años no se veía en Argentina a la policía en las calles disparando balas de gomas a quemarropa contra sus compatriotas, como ocurrió hace pocos días en Buenos Aires, con saldo de varios heridos. Los “cambios” prometidos por Macri significan subidas de las tarifas de gas, electricidad y agua, el incremento de los precios del combustible y el transporte, además de prolongados apagones que han afectado a cientos de miles de familias.
El mandatario interviene además a la empresa o institución que le venga en gana, sin tener en cuenta al Parlamento y mucho menos a la justicia, y
gobierna a golpe de decretos, como todo un clásico dictador de tiempos que parecían no volverían nunca más a Latinoamérica. Ahora los argentinos comprenden que los “cambios” que fanfarroneó el derechista Macri solo favorecerán a los ricos y no a las grandes mayorías, que nunca le han interesado a los sectores conservadores de Nuestra América, respaldados y financiados por los regímenes de Estados Unidos.
La “revolución de la sonrisa” anunciada por el actual gobernante “demócrata” es en realidad una “revolución” de la represión y el engaño, y un retroceso a épocas sangrientas y de pobreza que vivió ese país sudamericano antes que Néstor Kirchner iniciará verdaderas transformaciones, continuadas por Cristina Fernández, en favor de los más desposeídos.
Lo peor todavía está por venir una vez los llamados fondos buitres comiencen a hacer sus bien conocidos estragos en la economía de Argentina, el descontento popular se generalice y el presidente intente contenerlo con mayor violencia y terror. El modelo Macri es el que Washington y la derecha vengativa latinoamericana quiere imponer en toda la región, y en especial en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil, entre otras naciones, donde se escenifican procesos progresistas.
Está más que claro que además pretenden acabar con todo vestigio de unidad e integración de la Patria Grande, y restaurar el neoliberalismo con gobiernos conservadores al servicio de los intereses de Estados Unidos.
Pero volviendo a Argentina, a Macri no todo le ha ido “color de rosa”. En la reciente Cumbre de Mercosur celebrada en Paraguay hizo un gran papelón frente a la Canciller venezolana, quien lo sacó de paso y lo dejo mudo y paliducho.
Las valientes Madres de la Plaza de Mayo también lo han puesto en el lugar que le corresponde hasta llamarlo dictador, y en las últimas horas se conoció que está en reposo porque en un “accidente doméstico” se fisuró una costilla.