Las altas temperaturas fueron las más intensas registradas en 107 años.
Con el descenso de las temperaturas, la capital argentina comenzó hoy a dejar atrás una histórica ola de calor, la peor en 107 años, y a normalizar su servicio eléctrico tras una crisis energética marcada por apagones y críticas a las autoridades y a las compañías del sector.
El Servicio Meteorológico Nacional argentino (SMN) rebajó de roja a amarilla la alerta en Buenos Aires y su área metropolitana y pronosticó una temperatura máxima de 33 grados para hoy y de 28 para mañana.
El nuevo estado contempla que las altas temperaturas pueden ser aún peligrosas para la población más vulnerable, como bebés, niños pequeños, personas ancianas y enfermos crónicos.
Con la disminución de las marcas térmicas, se redujo también el consumo energético y las compañías distribuidoras de energía pudieron solucionar gran parte de los problemas de suministro de las últimas semanas, que llegaron a afectar a unas 800.000 personas.
Según el Ministerio de Seguridad, anoche se había restituido el servicio "al 98 % de los usuarios" que fueron afectados por cortes de electricidad en Buenos Aires y su periferia, y hoy continuaban los trabajos para devolver la electricidad a los últimos hogares que aún se encontraban sin ella.
El descenso del consumo energético se ha visto favorecido también por el éxodo de los habitantes de Buenos Aires hacia lugares de veraneo, en especial a la costa Atlántica.
Más de mil coches por hora circulan desde esta mañana por la autovía que conecta la capital argentina con los principales destinos turísticos costeros del país, informó la Agencia Nacional de Seguridad Vial.
Desde Mar del Plata, unos 400 kilómetros al sur de la capital argentina, el gobernador bonaerense, el oficialista Daniel Scioli, volvió a responsabilizar hoy a las compañías eléctricas de la crisis energética desencadenada el pasado diciembre.
Scioli exigió a las concesionarias que asuman sus responsabilidades y aseguró que se realizará una "evaluación profunda para readecuar el sistema eléctrico".
En días previos, el Ejecutivo argentino criticó a los directivos de Edesur, filial de la española Endesa y controlada por la italiana Enel y anticipó que tanto esta compañía como Edenor, de capitales argentinos, recibirán fuertes sanciones.
Además, el ministro de Planificación, Julio de Vido, amenazó con nacionalizarlas si persisten los problemas.
Las compañías distribuidoras atribuyeron los apagones a las altas temperaturas y a un consumo récord de energía por el uso de aparatos de aire acondicionado.
Dirigentes opositores, como el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, o el diputado Sergio Massa, apuntaron a la falta de inversión de las empresas y, en especial, a errores en la planificación estatal en el sector energético, fuertemente subsidiado.
Los cortes de electricidad han causado pérdidas millonarias durante las fiestas navideñas a los negocios de la capital argentina y su cinturón urbano, conocido como el Gran Buenos Aires, donde viven unos 15 millones de personas.
La Federación de Cámaras y Centros Comerciales de la República Argentina (Fedecámaras) estima que unos 50.000 negocios porteños perdieron alrededor de 500 millones de pesos (76,5 millones de dólares) por los cortes de luz.
En tanto, los supermercados chinos afectados registraron pérdidas superiores a los 50 millones de pesos (7,6 millones de dólares).
Las temperaturas extremas registradas en el centro y norte de Argentina el pasado diciembre causaron al menos ocho víctimas fatales, siete de ellas en la provincia norteña de Santiago del Estero y otra en la vecina Salta.
Según el Servicio de Meteorología Nacional, fue la ola de calor más duradera desde que comenzaron a sistematizarse las mediciones meteorológicas, hace 107 años.
EFE