“De los 1,5 millones de haitianos que fueron desplazadas en campamentos justo después del terremoto, hoy quedan menos de 100.000 y más del 90 por ciento de los 10 millones de metros cúbicos de escombros se ha borrado de las calles”, explicó a Télam Thibaut Monnier, oficial de comunicaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Haití.
Además, aseguró que “gracias al proyecto 16/6” que se propone rehabilitar 16 barrios y cerrar 6 campos de refugiados a través del trabajo mancomunado con el gobierno local, “11.000 familias regresaron a su barrio de origen y 933 casas han sido reparadas”.
“De los 1,5 millones de haitianos que fueron desplazadas en campamentos justo después del terremoto, hoy quedan menos de 100.000 y más del 90 por ciento de los 10 millones de metros cúbicos de escombros se ha borrado de las calles”
Thibaut Monnier
“Cinco años después, Haití celebra importantes logros de desarrollo al tiempo que reconoce inmensos desafíos. Pero a pesar de la fragilidad política y estructural, el progreso social y económico es evidente”, dijo.
Menos optimista es Gonzalo Basile, actual presidente de Médicos del Mundo de Argentina y coordinador regional de América Latina y el Caribe de la organización que trabaja en el lugar, para quien el proceso de reconstrucción es “extremadamente lento”.
“El acceso a viviendas dignas es para menos del 10% de la población, el resto sobrevive en urbanizaciones y viviendas de extrema precariedad sin acceso a agua segura en un 60%, sin saneamiento ni recolección de residuos lo cual hace que zonas urbanas sean mega basurales a cielo abierto”, dijo.
El terremoto alcanzó los 7,3 grados en la escala de Richter, algo que no había ocurrido nunca en 240 años en el país más pobre del continente, y equivale a la explosión de 200.000 kilos de dinamita.
El epicentro estuvo a 15 kilómetros de su capital, Puerto Príncipe, que se vio seriamente afectada.
Basile recuerda que su primera impresión al arribar allí tras el terremoto fue de “una gran ‘ciudad-escombro’ o ‘ciudades-carpa’”, de la que habían desaparecido “hoteles, ministerios, museos, iglesias, comercios, casas” para ser reemplazados por “campamentos”.
De esos primeros tiempos, Basile recuerda que tuvieron que “dormir varias semanas en carpas del patio de la casa del embajador de Argentina, donde él mismo dormía, y la vida cotidiana era complicada, porque se dificultaba la movilidad y además hubo secuestros de trabajadores humanitarios”.
Y si bien un terremoto mucho más fuerte provocó apenas 525 muertos ese mismo año en Chile y uno similar sólo una víctima fatal en Japón, su impacto fue de los más devastadores por haber afectado a una mega urbe con construcciones inadecuadas para una zona de alto riesgo sísmico.
El único argentino fallecido como consecuencia del desastre, fue el gendarme bonaerense Gustavo Gómez, de 33 años, quien cumplía funciones de seguridad en la Embajada argentina en Haití.
En la ciudad capital se derrumbaron 300.000 edificios, entre ellos la sede de la ONU en Haití, donde pereció gran parte del personal, incluyendo al jefe de la misión.
“Más del 30% de los funcionarios públicos de Haití murieron víctimas del terremoto, dejando al PNUD en una situación de emergencia”, explicó Monnier.
“Después de los trabajos de emergencia, el PNUD se centra ahora en el apoyo a largo plazo para construir un futuro sostenible
para el país en colaboración con los funcionarios electos, la población, el sector privado y la comunidad internacional”, dijo.
Desde finales de octubre de 2010 Haití está inmerso, además, en un brote de cólera que hasta 2013 había provocado más de 9.000 muertes y más de 635.000 casos acumulados.
“A partir del 2012 trabajamos junto a Unasur en el fortalecimiento de capacidades de los sistemas locales de salud, formamos 450 Agentes de salud que realizan prevención de enfermedades endémicas y Cólera, y construimos tres Centros de Salud comunitaria”, concluyó Basile.