En Bélgica nació Julio Florencio Cortázar el 26 de agosto de 1914 debido a que sus padres, María Herminia Descotte y Julio José Cortázar, ambos de nacionalidad argentina, fueron a vivir en tierra europea luego de que Julio José había sido destinado a trabajabar en la Embajada de Argentina en ese país, de acuerdo con la biografía expuesta por el Ministerio de Educación de Argentina.
Durante la Primera Guerra Mundial tuvieron que refugiarse en Suiza, específicamente en 1916, y regresaron a Buenos Aires en 1918, continúa la web argentina.
Cortázar viajó a París en 1951 porque obtuvo una beca del gobierno francés, agrega el portal. En algunas partes se dice que el escritor realmente huía de la presidencia de Perón.
En la capital francesa se estableció y allí murió el 12 de febrero de 1984 por una leucemia (aunque según la versión de su amiga Cristina Peri Rossi pudo haber muerto de sida). Su cuerpo fue enterrado en el cementerio Montparnasse, en la misma tumba en la que estaba sepultada su pareja Carol Dunlop, afirma la página gubernamental.
Cortázar es conocido principalmente por 'Rayuela', su segunda novela, en la que demostró su genialidad con una estructura de capítulos nunca antes vista en la literatura. Pero escribió otros textos que son clara muestra de su lucidez y creatividad, entre ellos, estos 3 cuentos seleccionados al azar:
Manera sencillísima de destruir una ciudad (Tomado del libro 'La vuelta al día en ochenta mundos')
Se espera, escondido en el pasto, a que una gran nube de la especie cúmulo se sitúe sobre la ciudad aborrecida. Se dispara entonces la flecha petrificadora, la nube se convierte en mármol y el resto no merece comentario.
Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj (Tomado del libro 'Historias de Cronopios y Famas')
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con ancora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demas relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Aplastamiento de las gotas (Tomado del libro 'Historias de Cronopios y Famas')
Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
Como un 'bonus', este cuento en voz del propio Julio Cortázar:
Y, en un homenaje a un escritor parisino y argentino, no podía faltar la poesía:
Para leer en forma interrogativa (Tomado del libro 'Salvo el crepúsculo')
Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.
El interrogador (Tomado del libro 'Salvo el crepúsculo')
No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
adónde van las cajas de fósforos usadas.
Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.
¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?
Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Roc.
Una carta de amor (Tomado del libro 'Salvo el crepúsculo')
Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.
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