11 de noviembre: El día en que las argentinas votaron por primera vez a presidente
La elección presidencial argentina del 11 de noviembre de 1951, de la que este domingo se cumple el 61 aniversario, tuvo tres particularidades importantes: fue la primera vez en que el voto femenino se ejerció a nivel nacional; en que se usó el voto directo; y en que un presidente pudo ser reelegido para un segundo período consecutivo.
El voto femenino fue posible gracias a la sanción, en 1947, de la ley 13.010, que habilitó a las mujeres a votar, en tanto que las restantes dos particularidades se debieron a la reforma constitucional de 1949 que eliminó la instancia del colegio electoral para elegir presidente y permitió su reelección sin pausa intermedia para un segundo mandato de seis años.
La participación fue altísima: alcanzó al 88% y votaron 7.483.959 ciudadanos, de los cuales 3.816.654 fueron mujeres; entre ellas Eva Perón, quien lo hizo por única vez en su vida, acostada en una cama de hospital -moriría ocho meses más tarde- gracias a que le llevaron la urna hasta allí.
El 63,40% de los votantes lo hizo por la fórmula Perón-Quijano y el 32,28% por Balbín-Frondizi. El Peronismo fue el único de los dos que llevó mujeres en sus listas legislativas, en tanto que el Partido Comunista estrenó la candidatura de una mujer a vicepresidenta, con la fórmula Ghioldi-Alcira de la Peña, que obtuvo sólo el 0,73%.
Desde 1912, había regido en el país la Ley Sáenz Peña, que propició el sufragio secreto, universal y obligatorio, pero circunscripto a los hombres.
Las únicas excepciones a la regla sucedieron en 1911 en Buenos Aires, durante una elección municipal, en la que a título personal la médica Julieta Lanteri logró votar 40 años antes que sus congéneres; y en 1928, en San Juan, donde todas la ciudadanas de esa provincia fueron habilitadas por el bloquismo a hacerlo.
La sanción de la ley de voto femenino tuvo sus rispideces: por ejemplo, el 3 de septiembre de 1947, radicales, conservadores y demócratas progresistas no dieron quórum para su tratamiento, lo que motivó que al día siguiente el diario Democracia titulara en tapa a cinco columnas: "La minoría impidió ayer que se tratara el voto femenino". "La oposición traicionó a la mujer".
La oposición era tan fuerte que la sanción debió postergarse para el 9, día en que se la aprobó en sesión especial, mientras miles de mujeres presionaban desde la Plaza de los Dos Congresos.
El 23 de septiembre, en medio de un gigantesco acto cívico organizado por la CGT en Plaza de Mayo, el presidente Juan Domingo Perón le entregó a Eva el decreto de promulgación de la ley 13.010, en un gesto simbólico que expresaba el reconocimiento del gobierno por su campaña a favor de los derechos políticos de la mujer.
Desde el balcón de la Rosada, Eva dijo: "Mujeres de mi Patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas (…) Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas".
En efecto, había sido una larga lucha: las argentinas venían demandando el voto desde principio del siglo XX.
Cecilia Grierson, la primera médica argentina, participó en Londres en 1889 del II Congreso Internacional de Mujeres y en septiembre de 1900 fundó en nuestro país el Consejo de Mujeres, que lo promovía; y siete años más tarde, la socialista Alicia Moreau de Justo creó el Comité Pro-Sufragio Femenino.
En 1911, un año antes de que se sancionara la Ley Sáenz Peña, el diputado socialista Alfredo Palacios había presentado el primer proyecto de ley de voto femenino, pero no fue tratado.
En 1929, el socialista Mario Bravo presentó en Diputados un nuevo proyecto que, golpe mediante, recién fue debatido en setiembre de 1932 y aunque logró media sanción, no traspasó el Senado.
Durante el debate, el conservador Uriburu se opuso en estos términos: "El día que la señora sea conservadora; la cocinera, socialista; y la mucama, socialista independiente, habremos creado el caos en el hogar".
Desde aquel proyecto de Palacios de 1911 hasta 1947, se presentaron sin ningún resultado otras 22 iniciativas legislativas, entre ellas otras dos de Palacios, en 1935 y 1938, la última avalada por la Unión de Mujeres Argentinas con la firma de Victoria Ocampo, quien sin embargo luego cambiaría de actitud.
Ocurrió que por 1944, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el entonces coronel Perón había encarado una política dirigida a reflotar la cuestión del sufragio femenino.
En ese ámbito había creado la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer y el 26 de julio de 1945, en un acto celebrado en el Congreso, explicitó su apoyo a la iniciativa.
Tras esto, se formó la Comisión Pro Sufragio Femenino, que elevó un petitorio al gobierno solicitando el cumplimiento de las Actas de Chapultepec, por las cuales los países firmantes que aún no habían otorgado el voto a la mujer, se comprometían a hacerlo.
Pero el 3 de septiembre de 1945, la Asamblea Nacional de Mujeres, presidida por Victoria Ocampo, resolvió rechazar que el voto fuese otorgado por decreto por un gobierno de facto.
El lema de la Asamblea era: "Sufragio femenino pero sancionado por un Congreso elegido en comicios honestos". El decreto no llegó a salir porque los sucesos de octubre del 45 pospusieron el tema.
En 1946 Perón ganó las elecciones y Eva pasó a presidir ese año la Comisión Pro Sufragio Femenino, que comenzó a presionar para lograrla.
La buena nueva llegó el 9 de septiembre de 1947, cuando pudo sancionarse finalmente la ley, que establecía en su primer artículo: "Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos".
Cuatro años más tarde, en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, ese artículo fue puesto en práctica por primera vez.